sábado, 2 de mayo de 2015

Cultura express

Todo el mundo se ha cruzado con gente charlatana. Gente a la que todos evitan para que no les robe parte de su preciado tiempo.

Pero casi nadie se para a escuchar atentamente lo que dicen esas personas ya que son, a veces, cargantes y es difícil hacer que dejen de hablar y contarte mil historias que no te interesan.

Pero entre todos los charlatanes anónimos del mundo, puede que me incluya aunque sea indirectamente, el otro día encontré a uno especial en una papelería (si, la tienda donde se compran todos los materiales escolares extraños que los profesores piden a los alumnos, excepto papel).

Era un señor mayor, diría que rondaba los 70-80, se me da mal asignar edades adivinando. Lo que sé es que tenía todo el pelo blanco, un jersey de punto antiguo y un acento sudamericano encantador. Según estuvo contando, había vivido muchos de sus años en Sudamérica (concretamente en Montevideo).


Contaba las cosas con mezcla de acento de allí y de aquí que llenaba de ternura, preciosidad de tono.

Contaba las cosas con tal ilusión que me contagiaba el entusiasmo.

Contaba las cosas con esa sabiduría que te daban ganas de conversar al instante.


Como yo traigo de fábrica también la curiosidad y me interesan todos los datos culturales que pueda absorber me enredé en una conversación sobre diferencias entre culturas, diferencias entre épocas, urbanismo, arte, política, arquitectura...


Había llegado a la tienda pronto porque salí del trabajo una hora antes de lo previsto pero gasté allí todo el tiempo que había ganado en la tarde, charlando y aprendiendo de una persona culta, elegante, educada... Habíamos coincidido alguna otra vez y se había acordado de mí como "la chica de las artesanías" ya que les mostré algunos peluches que tejo.

Me sorprendí pensando que si ese hombre fuese más joven y se manejase mejor con la tecnología nuestra charla podría haber seguido online y podríamos haber seguido la conversación otro día pero se me hacía tarde y tenía que irme ya (con mi simple fotocopia, que no iba yo a por otra cosa xD).


Y habiendo gastado toda una hora de mi tiempo aun me marché con buen sabor de boca y con ganas de que me siguieran contando historia de mi ciudad, de mi país... del mundo en general.


Es verdad lo que me dicen de que soy una empollona y lo seré toda la vida... ¡y a mucha honra!

Qué alegría tener mi charlatán personal y saber que cualquier otro día de visita a la papelería puedo aprender tantas cosas interesantes. :3

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